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Opinión Arnold 011119

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Economía personal

Alfredo Arnold, académico de la UAG

Viernes-01-Noviembre-2019

La economía puede llegar a ser un asunto tan voluble y personal que en épocas de prosperidad alguien puede perder su fortuna o, en cambio, hacerse rico en tiempos de recesión.

Ésta no es una idea mía, la he escuchado decir a expertos que, por razón de mi actividad periodística, he tenido el privilegio de entrevistar: Antonio Ortiz Mena (1975), Luis Pazos (1977), Andrés Oppenheimer (2010) y los premio Nobel de Economía Paul Krugman (2014) y Angus Deaton (2017). Algo me quedó también tras un año de estudiar la materia (1964-65) con el texto original de Paul Samuelson y las sabias explicaciones de un profesor norteamericano cuyo nombre, admito, olvidé por completo.

Personajes y épocas muy diferentes, a los que se añade la propia experiencia de encontrar “tu lugar” en las cimas y las simas de la economía mexicana a lo largo de tantos años.

Hasta antes de 1975, la economía era un tema ausente de la opinión pública. Se volvió top trending a raíz de la devaluación del peso en 1976 después de 22 años de estabilidad. Hoy, hablar de economía es de lo más normal, sencillo y cotidiano; lo difícil es dominarla o por lo menos mantenerla bajo control. Se mueve en ciclos donde hay etapas de prosperidad, contracción, depresión, recuperación, expansión y de nuevo prosperidad. Esto puede durar de cuatro a doce años, y no hay reglas fijas. Las instituciones toman medidas ortodoxas pero el comportamiento de la gran masa de gente que produce y consume es impredecible.

Entonces, si particularmente no podemos influir en el ciclo económico, ¿cómo protegernos frente a una eventualidad, como la recesión mundial que está a la vuelta de la esquina, según los expertos?

Un ejercicio interesante sería hacer un plan económico personal considerando elementos como: ¿cuánto dinero voy a recibir este año?, ¿cómo lo voy a gastar?, ¿cuánto debo?, ¿cómo me conviene pagar?, ¿puedo obtener un ingreso adicional o disminuir gastos?, ¿cuánto pago de intereses?, ¿cómo va mi cuenta de afore?, ¿puedo vender algún bien mueble o inmueble que me es improductivo?

La vieja ley de la oferta y la demanda que equilibraba la producción, el consumo y los precios se ha convertido en una peligrosa relación de oferta-deuda: “Algo me gusta, no tengo dinero, lo compro a crédito”. Esto les ocurre a los países, a las empresas y a los individuos, ¡hasta que la burbuja estalla!

Ahorrar es la palabra clave; comprar es una acción que debe ejercerse con suma prudencia.

El ejercicio que propongo puede ser aún más atrevido y útil si lo extendemos a pronosticar nuestro PIB individual (o familiar) y emprendemos acciones (ingresos, ahorro, compras productivas, empleo, salario, plusvalía, rentas, etcétera) que lo hagan crecer por encima de la inflación en los próximos doce meses.

¿Se puede? Claro, y vale la pena intentarlo.

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