Opinión

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¿La verdad es una?
Salvador Echeagaray, Máster en Filosofía
Viernes-29-Noviembre-2019
“¡Cada quién tiene su verdad!” Esta frase se repite constantemente, y a veces la escuchamos pronunciar de manera triunfal en las conciencias soberbias, seguras de estar diciendo la verdad más absoluta.
Pero la verdad es sólo una. Analicemos: sobre cualquier cosa hay una sola verdad. Podemos desconocerla, pero eso no obsta para que la verdad sea una. Traiga usted a la mente cualquier cosa, cualquier recuerdo, cualquier acontecimiento mundial, cualquier noticia, y advertirá que la verdad es sólo una. El que la desconozcamos no anula su existencia.
Lo contrario es que haya muchas verdades, que cada quién tenga la suya. En este caso se trata más bien de opinar, y sí, es normal que existan muchas y diversas opiniones, pero no es lo mismo que verdades. De hecho, vivimos en una sociedad donde se exalta la opinión, no la verdad.
Vayamos a un ejemplo, una noticia: la degradación de un bosque a causa de un incendio forestal. ¿Por qué ocurrió?, ¿fue una acción premeditada por intereses particulares?, ¿un descuido de las autoridades?, ¿un acto de vandalismo?... Alguien podría afirmar que fue una acción derivada de la propia naturaleza, el cambio climático que afecta al planeta, etcétera. Tal vez nunca sabremos la verdad, pero eso no quiere decir que no exista una causa única que provocó el hecho.
¿Qué es la verdad? Es simplemente la adecuación de la mente con la realidad de las cosas. Si esa pared es blanca, importa poco que alguien diga que es verde o rosa. Las cosas son lo que son, y punto. Tal vez no me guste una realidad sobre algo. O prefiera un ente a otro ente. Sin embargo, eso no quita que exista la realidad, es decir, que sea verdad.
Decir que cada quién tiene “su” verdad es relativismo (en relación con… contigo, conmigo, con él, con ellos). Y como hemos analizado, la verdad simplemente es, independientemente de cómo la percibamos, nos agrade o nos disguste.
—Bueno, pero hay quienes presumen de tener la verdad absoluta y quieren imponerla a otros—. A esto podemos decir que la verdad no es manipulable y nadie es dueño de la verdad como posesión intransferible. La verdad es, y para obtenerla se necesita una actitud serena, sin jactancia, porque la verdad se manifiesta a los espíritus abiertos a ella, sin escrúpulos o prejuicios, sin odio, sin violencia.
—¡No fue penal!
—¡Que sí fue!
Lamentablemente, hoy en día, más que nunca y prácticamente en todos los ámbitos, la verdad se manipula, se oculta o se niega, pero siempre surgirá resplandeciente.