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Gestión de la información: Competencia del siglo XXI

María Elena Romo Limón, Doctora en Educación

Viernes-08-Noviembre-2019

En el ámbito académico, la gestión de la información se relaciona con las funciones sustantivas de la educación, y debe considerarse una competencia transversal en el currículum de cualquier profesión y un requerimiento en el campo laboral.

El fácil acceso a la información y la abundancia de ésta en internet en apariencia son aspectos que simplificarían su búsqueda y obtención; sin embargo, la realidad es que para gestionarla de forma adecuada se requieren conocimientos, habilidades, actitudes y valores informacionales.

En el contexto de la construcción social del conocimiento, que implica que los individuos pueden ser usuarios y autores de la información, deben reconocerse las ventajas de esta participación, pero también los riesgos que conlleva, y que merecen un análisis exhaustivo.

Para representar la información contenida en internet suele utilizarse la analogía de un iceberg, en el cual la punta equivale a la parte visible o de fácil acceso a través de motores de búsqueda convencionales, y el resto de la información se encuentra bajo el agua o es invisible, y sólo puede obtenerse mediante un proceso estructurado.

La competencia de gestión de la información, también denominada por algunos autores “competencia informacional”, se ejecuta a través de un proceso de búsqueda, recuperación, evaluación, selección y utilización de la información de forma objetiva, pertinente, eficiente, eficaz, ética y legal.

En la primera parte del proceso (búsqueda y recuperación de la información) es necesario diseñar estrategias que incluyan el reconocimiento de sitios confiables y pertinentes con el objetivo, el área de estudio y la temática que se está investigando. En esta parte del proceso cobra relevancia el uso de lenguajes controlados con base en tesauros y ontologías, y de operadores de búsqueda booleanos, de truncamiento, de proximidad, de campo, etc.

Identificar sitios como bases de datos, índices, directorios, etc., y las palabras, términos y simbologías que se utilizan para la búsqueda y recuperación es esencial en la gestión de la información.

En relación con la selección y la evaluación de la información es importante considerar que el contenido de los documentos o fuentes de información sea organizado y estructurado, pertinente, de procedencia confiable, objetivo, actual y riguroso en su metodología. En esta parte del proceso el discernimiento de la información es relevante.

Finalmente, el componente ético y legal hace referencia a la responsabilidad social de lo que se informa y al respeto del derecho autoral a través de la utilización de un modelo de citas y referencias que validen cuando la información se ha tomado de forma textual o contextual de otras fuentes de información.

La competencia para gestionar la información debe desarrollarse desde el nivel educativo básico y considerar que está vinculada con otras competencias, como la comunicativa y el uso de las tecnologías de la información y la comunicación.

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