Opinión UAG

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Innovación, camino de la educación
Elvira Zorrero Lara, Máster en Educación
Viernes-03-Mayo-2019
El cambio constante es el sello de nuestra época; hoy día, toda la sociedad debe adecuarse a él, y esto obliga a las instituciones educativas a innovar.
Cada institución encara esta necesidad de innovación de diferentes formas. Algunas se han inclinado por la tecnología; otras buscan la innovación en la infraestructura; otras más se aplican en la implantación de metodologías novedosas o se limitan a copiar alguna propuesta del extranjero.
En contraste, ciertas instituciones se escudan en la carencia de recursos económicos para justificar su desdén por la innovación.
Es importante resaltar que todas las iniciativas en pro de la innovación educativa son positivas; no obstante, con demasiada frecuencia las propuestas se quedan muy cortas, porque la innovación abarca mucho más.
Es aquí donde vale la pena preguntarnos: ¿todas esas prácticas, mobiliario e instrumentos de aprendizaje realmente permiten desarrollar las habilidades del siglo XXI que requieren los alumnos? La respuesta, sin dudarlo, es no. Con esto quiero decir que ‘innovación’ significa renovación; que implica una serie de cambios; que incluye a todos los involucrados en el proceso educativo, y son cambios que van más allá de lo que podemos ver y tocar.
Ahora bien, si realmente queremos innovar en la educación, es preciso dar una serie específica de pasos. En primer lugar, debemos partir de la observación; esto puede ser algo obvio para muchas personas, pero es necesario ver detenidamente lo que sucede en el aula, para desde ahí poner en marcha cambios que conduzcan a la mejora de los programas. Es imposible transformar la educación si las decisiones se toman exclusivamente desde una oficina o una dirección.
El segundo paso, para muchos el más inmediato, es la capacitación. Algunos docentes no le dan la importancia que merece, y dejan de enriquecer su práctica pedagógica.
El tercer paso es la mejora continua. Hoy más que nunca es necesaria la profesionalización y la actualización de todos los que contribuyen a la formación de los futuros profesionistas.
Conviene subrayar que una característica ineludible de la innovación es la flexibilidad; ésta debe abarcar los materiales y programas, desde luego, pero sobre todo me refiero a la flexibilidad de pensamiento de docentes, coordinadores, directivos, padres de familia y de los mismos alumnos.
Indiscutiblemente, la innovación en el ámbito educativo va mucho más allá de un proyecto, es más bien un trayecto que conlleva un cambio en los métodos, pero también en las actitudes de todos los involucrados.
En definitiva, el camino que lleva a la calidad educativa es largo; sin embargo, nos llena de esperanza encontrar que en cada institución educativa, tanto del sector público como del privado, hay maestros entregados y entusiastas que desde el anonimato realizan prácticas innovadoras que contribuyen a mejorar la formación de los alumnos.