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Salvador Jiménez

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Salvador Jiménez Esparza, cuatro décadas al frente de servicios escolares de la UAG

Alfredo Arnold

Martes-21-Mayo-2019

Joven y con habilidad para el deporte, Salvador Jiménez Esparza se veía a sí mismo más como un gran futbolista que como académico universitario cuando ocupaba la posición de extremo derecho en el equipo Celaya, en la tercera división, hace cosa de medio siglo. Sin embargo, la vida lo condujo finalmente por el camino de las aulas.

Salvador nació en Aguascalientes, precisamente en Nochebuena, el 24 de diciembre de 1947. Sus condiciones de buen futbolista lo llevaron a Celaya, donde el club daba facilidades para la educación de sus jugadores, lo que permitió a Salvador asistir a clases de Derecho en la Universidad de Guanajuato; esto no era cosa sencilla, porque tenía que recorrer diariamente, de ida y vuelta, los más de cien kilómetros que hay entre las dos ciudades.

Llegó el momento en que tuvo que decidir entre el futbol y los estudios de Leyes, y entonces se trasladó a la Ciudad de México para inscribirse en la UNAM. Era 1967, ya se advertían nubarrones en el horizonte político, por lo que al año siguiente aceptó la invitación de un tío para venir a estudiar a Guadalajara.

Finalmente, en 1969 retomó la licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Guadalajara, en la vieja y señorial casona amarilla de avenida Vallarta.

EL DEPORTE

Un año antes de graduarse, en 1973, recibió la invitación del licenciado Francisco Hernández, director del Departamento Deportivo de la UAG, para trabajar en esta área, que comenzaba a desarrollarse de forma espectacular en la Universidad. Salvador recuerda con precisión aquel equipo de basquetbol que llegó a la final del Gran Ocho. En las filas de la UAG militaban dos jugadores olímpicos, uno puertorriqueño y otro panameño. Recuerda así mismo los inicios del futbol americano, los primeros éxitos de la mano del coach Delmiro “Turco” Bernal y la entusiasta promoción por parte del licenciado Luis Vega Díaz. Y, por supuesto, tiene muy presente el arranque del futbol profesional.

“No nos fue muy bien el primer año en la tercera división, por lo que don Antonio (el licenciado Antonio Leaño Álvarez del Castillo) nos juntó  y nos dijo que, si en verdad queríamos jugar futbol profesional, lo hiciéramos en serio; se contrató como entrenador a Donaldo Ross… y el resto ya lo conocen todos: Tecos fue campeón en tercera, en segunda, y entró por la puerta grande a la primera división”, comenta.

Salvador y otros universitarios ya habían dejado de pertenecer al equipo profesional, pero “seguíamos con el gusanito del futbol”, por lo que formaron un equipo para jugar en la liga interna, el famoso Deportivo que fundó el hoy rector, licenciado Antonio Leaño Reyes. Cuenta Salvador que le pusieron ese nombre porque no tenían uniforme y él llevó camisetas del Departamento Deportivo donde trabajaba, que precisamente tenían impresa la palabra “Deportivo”.

LA ACADEMIA

En 1974, Salvador acababa de terminar la carrera cuando recibió una invitación del licenciado Humberto López Delgadillo para impartir clases. Fue profesor en educación media, en Derecho y Administración; después, secretario de la Facultad de Derecho y subdirector de Humanidades y Ciencias Sociales.

Para el ciclo escolar 1980-1981, don Antonio Leaño Álvarez del Castillo le dio el puesto de director de Servicios Escolares. No tenía la menor idea del enorme trabajo y la gran responsabilidad que le esperaban. Entre sus tareas le tocó la gestión de transitar de la desincorporación de la UNAM al registro en la SEP, satisfacer los requisitos que pedían las autoridades de los Estados Unidos para la homologación del Programa Internacional de Medicina, y la obtención del REVOE (Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios) estatal, entre otras grandes tareas.

“Teníamos 110 personas trabajando en el Departamento de Servicios Escolares; doce de ellas estaban permanentemente en la Ciudad de México”, recuerda, y destaca el gran apoyo que recibió de los directivos de la UAG en aquellos tiempos.

SORPRENDIDO POR CÚPIDO

En las aulas conoció a su novia, hoy esposa, la licenciada Lydiana Lluberas, jefa del Departamento de Arte y Cultura. “Fue circunstancial; ella era estudiante puertorriqueña y la conocí porque me asignaron sustituir en su grupo al profesor de Política del Estado Mexicano. Ahí nos conocimos, y al poco tiempo nos hicimos novios. En 1975 nos casamos, en Puerto Rico”. Hoy, el matrimonio Jiménez-Lluberas tiene tres hijos: Salvador, Alejandro y Lydiana, y varios nietos.

El licenciado Salvador Jiménez Esparza se define como un hombre hogareño, le gusta cocinar y cuidar su jardín. No se ha retirado, sigue en plena actividad al frente del Departamento de Servicios Escolares y, aunque ya no juega, convive con los integrantes del Deportivo. “Siempre me ha gustado mi trabajo”, asegura.

Finalmente, considera como muy positiva la llegada de profesionales que se han integrado en los últimos años a la universidad, pero sobre todo reconoce “el liderazgo que tiene nuestro rector, su capacidad física e intelectual y toda la formación que recibió de personajes como el doctor Garibay y don Antonio”. Así, dijo, vamos firmes rumbo a un gran centenario.

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